Carmen García Colmenares.
Cátedra Estudios de Genero.Universidad de Valladolid
Las Asociaciones de Mujeres
como espacios (propios) de sociabilidad femenina
Los estudios de magisterio fueron una de las escasas salidas profesionales de las mujeres españolas de finales del siglo XIX y comienzos del XX, creándose una Escuela Normal en la mayoría de las provincias, lo que las permitió estudiar sin desplazarse fuera. Estas maestras, a pesar de las barreras institucionales, sociales y personales, llevaron a cabo un importe compromiso docente que permitió, entre otras cosas, bajar las cotas de analfabetismo que asolaban al país. Asimismo, apostaron por un modelo educativo que contemplase la educación de las mujeres en los mismos términos que los varones, potenciando la coeducación.
Pero a largo de la historia sus aportaciones han sido invisibilizadas al valorar el papel de la teoría frente a los saberes prácticos, es decir el saber qué frente al saber cómo, lo que situaba a las maestras, mayoritarias en la profesión, en el plano de la mera ejecución de la directrices de los renombrados pedagogos, perpetuando de esta manera las asimetrías y jerarquías docentes, a la vez que se reforzaba el harén pedagógico. Situar la mirada en las aportaciones de las docentes va a permitir revisar la actuación de las mismas en sus propios términos, acercándonos a un análisis menos sesgado de su práctica en las aulas.
El acceso a la universidad sin permiso especial a partir de 1910 y la obtención del voto de las mujeres españolas en 1931 no podría haberse conseguido sin el esfuerzo de un importante número de mujeres, destacándose aquellas que tenían un formación intelectual mas elevada, como fue el caso de las maestras, profesoras de Escuelas Normales e inspectoras de Enseñanza Primaria. Algunas de ellas lo harán desde su afiliación a sindicatos profesionales como Fete y el movimiento anarquista, aunque la vía de acceso mas utilizada será a través de las diferentes asociaciones de mujeres que existían en ese momento.
Aunque los historiadores suelen señalar como principales impedimentos de la afiliación sindical de las maestras la mayor dedicación a la familia (doble tarea), el escaso compromiso político o la mentalidad de la época (De Luis, 2002), estos argumentos son insuficientes ya que no explican su alta participación en otros espacios como las asociaciones femeninas y feministas que van a proliferar durante el primer tercio de siglo XX y el periodo republicano ( Capel,1986 ; Fagoaga,1985; Muiña,2008). Se olvida como señala Concha Fagoaga que las mujeres desde el primer momento percibieron que
“… el deseo de los grupos ilustrados varoniles no es la emancipación de las mujeres. El deseo y las prácticas que alientan entre las mujeres es que se distancien del poder que la iglesia ejerce sobre ellas. El objetivo, ya sean masones, institucionistas, ácratas, o republicanos es reconsiderar el poder sobre las mujeres, quién lo debe ejercer, no su emancipación. De lo contrario, el acceso a la educación superior, en igualdad de requisitos exigidos a los varones se hubiese tenido que producir mucho antes, lo que sólo se produjo a partir de 1910” (Fagoaga, 1996: 174) .
Asimismo es bueno recordar las palabras de la maestra Benita Asas Monterola acerca de los varones que
“…jamás pensaron en la nivelación de derechos…únicamente al feminismo iniciado en 1789 se debe que las leyes de los países que marchan a la cabeza del progreso, ofrezcan el sello de la justicia de que carecen los demás (Asas, 1921: 2) .
Al no ser objetivo fundamental el derecho al voto de las mujeres en los sindicatos de clase, muchas mujeres profesionales militarán en organizaciones feministas como la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME) con sede en Madrid; la Liga para el Progreso de la Mujer y la Sociedad Concepción Arenal, desde Valencia; y la Sociedad Progresiva Femenina junto con La Mujer del Porvenir en Barcelona. Dichas asociaciones constituirían el Consejo Supremo Feminista de España (1919) cuya primera presidenta fue Maria Espinosa de los Monteros y más tarde la socialista Isabel Oyazabal de Palencia.
Aunque el pensamiento androcéntrico y patriarcal ha intentado presentar a las mujeres como enemigas, poco dadas a la sororidad y ayuda entre iguales, si revisamos la historia reciente nos encontramos con un gran número de asociaciones como las anteriormente mencionadas. En ellas encontramos a interesantes educadoras como a la fundadora de escuelas racionalista Ángeles López de Ayala, creadora de la Sociedad Progresiva Femenina, difusora de escuelas racionalistas, masona, escritora, y periodista. Otra interesante maestra será Belén Segarra, librepensadora, masona, miembro de la Asociación General Femenina. Desde el movimiento anarquista destaca Teresa Mané, miembro de Confederación de Maestros Laicos de Cataluña, cuyo legado fue retomado por Mujeres Libres en 1936. Todas ellas, además de defensoras de los derechos de las mujeres, eran profundamente pacifistas, participando en numerosos mítines y manifestaciones contra la guerra, lo que las llevó a numerosas detenciones e ingresos en prisiones (Muiña, 2008).
De ideología más liberal pero que incluía mujeres de diferentes tendencias políticas, la ANME se crea en Madrid en 1918 e incluirá en sus filas a numerosas maestras y profesoras. La extracción social era de clase media y, aunque no hay datos del número de mujeres que llegó a agrupar, tuvo gran repercusión hasta 1936. Su órgano de difusión Mundo Femenino se publicó de manera continua desde 1921 hasta 1936. El inequívoco carácter feminista se observa en la solicitud a la Comisión de Reforma de Códigos de los mismos derechos que los varones (Fagoaga, 1985). La Junta directiva contará desde los primeros momentos con maestras que fueron luego presidentas de la misma como Benita Asas y Julia Peguero. Entre su primeras socias se encuentran Victoria Kent, Elisa Soriano, Maria de Maeztu y Clara Campoamor, y Josefa Martínez, presidenta de la Asociación Profesional de Modistas.
En las mismas fechas que la ANME, se forma la Unión de Mujeres Españolas (UME) de tendencia más izquierdista, destacando en su dirección la maestra y escritora María Lejárraga. Posteriormente creará la Asociación Femenina de Educación Cívica (AFEC), pero al ser elegida diputada por Granada en 1933, será sustituía en la dirección de la misma por otra maestra, Julia Peguero que en esos momentos era también presidenta de la ANME.
Años más tarde aparecerá el Lyceum Club Femenino de Madrid, que será uno de los espacios privilegiados de las mujeres profesionales y que tendrá como primera presidenta a Maria de Maeztu, también directora de la Residencia de Señoritas. El Lyceum contará con un interesante numero de abogadas (Victoria Kent y Matilde Huici, Clara Campoamor), psicólogas (Maria Luisa Navarro, Regina Lago), escritoras (Isabel Oyorzabal, Maria Lejarraga, Elena Fortún), doctoras en medicina (Elisa Soriano, Trinidad Arroyo), compositoras (Maria Rodrigo), periodistas (Matilde Muñoz), y también sindicalistas como Claudina García Pérez, secretaria de la Federación del Vestido y el Tocado (UGT).
El Lyceum supondrá en palabras de Shirley Mangini un refugio feminista en una capital hostil. Y no anda desencaminada ya que sus socias fueron tachadas de excéntricas, ateas y desequilibradas, entre otras lindezas. Para Mangini, el Lyceum permitió
“ …tres posibilidades inauditas para las mujeres; una la de cultivar una vida social y cultural de convivencia entre mujeres; dos la de demostrar sus talentos y capacidades en un foro propio; y tercera , y la mas significante de todas, la de proponer cambios en la situación jurídica y social de la mujer- justamente lo que el patriarcado quería resistir y anular antes de que (lo que ellos concebían como) el “ cáncer feminista”- invadiera sus tierra sagradas, o sea el sector público y profesional( Mangini , 2006, 126).
Conseguido el derecho al voto el 1 de octubre de 1936, las diferentes asociaciones de mujeres harán un homenaje a su gran defensora en las Cortes, Clara Campoamor. Tras las numerosas celebraciones por este motivo, se refuerzan las redes existentes a la vez que se crean otras nuevas como la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA) que aparece en 1933, en la que participarán mujeres comunistas, socialistas, republicanas e incluso sin afiliación política, que mantendrán un estrecha relación con la Unio de Dones de Catalunya , lo que hizo que entre las dos tuvieran más de sesenta mil afiliadas como señala Mary Nash ( 1999). La presidenta fue Dolores Ibarruri, la vicepresidenta Emilia Elías, y la secretaria Encarnación Fuyola, ambas de Fete. También formarán parte del AMA Victoria Kent, Matilde Cantos, Matilde Huici, Matilde de la Torre, Regina Lago, Trinidad Arroyo, y Elisa Piqueras como delegada de Fete. Durante la revolución de octubre de 1934 participarán a través de la Organización Pro Infancia Obrera en el cuidado de las niñas y los niños cuyos progenitores habían sido detenidos o encarcelados, convirtiéndose en la guerra civil en el frente popular de las mujeres (Nash, 1999).
Otro importe grupo de carácter anarquista, Mujeres Libres, se constituirá en Madrid en 1936, siendo sus fundadoras Lucia Sánchez Sadornil, Mercedes Comaposada y la maestra y médica Amparo Poch. Como organización totalmente independiente, al contrario que el AMA que giraba bajo control del partido comunista, Mujeres Libres llegó a tener más de 20.000 afiliadas, procedentes en su mayoría de Cataluña, Valencia, Murcia y Aragón.
Las maestras y profesoras de FETE: militantes comprometidas, sufragistas convencidas.
Un importante número de docentes, además de pertenecer a las asociaciones mencionadas anteriormente, participará dentro de sindicatos y partidos políticos, lo que no impidió su actitud crítica hacia los mismos. Uno de estos sindicatos fue la Federación de Trabajadores de la Enseñanza. Sus orígenes hay que buscarles en la Asociación de Profesores Racionalistas de las escuelas laicas socialistas que estaban integradas en la sección de Profesiones y Oficios Varios de la Unión General de Trabajadores. En 1919 se integrará en la Asociación General del Magisterio (AGM). La AGM con la llegada de la Republica, se trasformó en la Federación Nacional de Trabajadores de la Enseñanza, para más tarde denominarse Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza, incorporando docentes de primaria, de escuelas normales, de la inspección y de la universidad.
Algunas mujeres empiezan a ocupar cargos de cierta relevancia como la maestra Victoria Zarate que será elegida vocal de la nueva junta directiva, tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera. La seguirán Elisa López Velasco, Carmen Castilla y en 1936 será presidenta del comité nacional por primera vez una mujer, la maestra y diputada socialista Julia Álvarez Resano, pero por poco tiempo. A pesar de su alta formación y cualificación, la participación de las mujeres en cargos directivos será anecdótica, aumentando ligeramente durante el periodo bélico al incorporarse los varones al frente.
Victoria Zárate desarrollará una importante actividad durante la guerra civil como dirigente de Fete, pero con la llegada del régimen franquista será detenida y brutalmente torturada, como lo fueron los miles de maestros y maestras que no pudieron huir. Elisa López Velasco trabajó en el Instituto Escuela y más tarde en el colegio Cervantes de Madrid junto con Ángel Lorca y Justa Freire, llevando a cabo un interesante proyecto pedagógico.
Impresiona la formación científico pedagógica de Carmen Castilla Polo, inspectora de primera enseñanza, que es becada por la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas ( JAE) para realizar estudios de Biología y de Organización Escolar en EE.UU. A su vuelta impartirá docencia en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid pero no se la deja continuar por cuestiones burocráticas (¿?), perdiéndose a una futura investigadora. Separada del cuerpo de inspectores en 1940, es repuesta en el cargo en 1947
Desde su ingreso en Fete, Julia Álvarez Resano se preocupará por la militancia femenina. En 1936 fue elegida presidenta de la comisión ejecutiva y también diputada en las Cortes, participando en numerosos mítines, invitada por asociaciones de mujeres. Destaca el celebrado en las Ventas el 8 de marzo de marzo de 1936 junto con Dolores Ibarruri y Federica Montseny. Será, también, la primera mujer que ocupe el cargo de gobernadora civil. Muere al poco tiempo de exiliarse a Méjico.
Desde su ingreso en Fete, Julia Álvarez Resano se preocupará por la militancia femenina. En 1936 fue elegida presidenta de la comisión ejecutiva y también diputada en las Cortes, participando en numerosos mítines, invitada por asociaciones de mujeres. Destaca el celebrado en las Ventas el 8 de marzo de marzo de 1936 junto con Dolores Ibarruri y Federica Montseny. Será, también, la primera mujer que ocupe el cargo de gobernadora civil. Muere al poco tiempo de exiliarse a Méjico.
Durante el período republicano la obtención del derecho al voto, junto con eliminación de trabas burocráticas para entrar a la universidad y la introducción de la coeducación en las aulas, permitieron la incorporación de las mujeres a la vida pública, aunque como señala Gloria Núñez (1999) la constitución de 1931 fue una equiparación con excepciones. A pesar de lo avanzado de las leyes emitidas, siguieron existiendo lagunas que impidieron la plena igualdad real con los varones. Por si fuera poco, los intelectuales de la época como Marañón y Ortega y Gasset, entre otros, alertaban sobre los peligros de la masculinización de las mujeres. En la prensa, no solo la conservadora, aparecían artículos donde los varones manifestaban su temor a ser arrinconados por las mujeres en el hogar. No en vano el día 1 de octubre de 1931 había sido denominado por Clara Campoamor (2006) como el día del histerismo masculino. A pesar de ello, nos encontramos con un interesante momento para la participación de las mujeres en diferentes ámbitos como la abogacía, la medicina, la farmacia, la literatura, el periodismo o la pintura.
Un interesante grupo de docente ampliará su formación en el extranjero a través de las becas y ayudas de la JAE con la intención de mejorar la investigación en las diferentes disciplinas académicas. Las becas eran de diferente modalidad, las más frecuentes fueron las individuales, otorgadas en mayor número a los varones, que se correspondían con un curso escolar. Una segunda modalidad, más corta, se concedía a grupos y abría la puerta a las maestras de enseñanza primaria. Después de la selección de los grupos, se impartían cursos intensivos sobre el idioma, la organización escolar, la geografía y la historia de los países que se iban a visitar. En el cuadro siguiente podemos ver la distribución por niveles educativos.
Profesiones Nº de mujeres % del total
Profesoras Escuelas Normales 29 55,8
Maestras Primera Enseñanza 30 35,3
Inspectoras Primera Enseñanza 17 28,8
Otras profesiones 7 35,0
Profesoras Sordomudos, Ciegos y Anormales 5 35,7
Directoras grupos escolares 3 21,4
Profesoras instituto 3 18,8
Profesoras Escuela Estudios Superiores Magisterio 2 20,0
Profesoras Universidad 1 10
Total 97 34,6
Fuente: Marín, M. Teresa, 1990: 143.
Además de Carmen Castilla y Elisa López Velasco, ya mencionadas, otras afiliadas a Fete obtendrán pensiones de la JAE para viajar fuera como la inspectora y directora de la Escuela Normal Emilia Elías, la psicóloga Regina Lago, y las hermanas Úriz, Josefa y Elisa, entre otras muchas. Los temas de estudio elegidos tenían que ver con la organización, escolar, la psicología y la pedagogía infantil, y la educación de las mujeres.
Guerra, represión y exilio
Durante la guerra civil las maestras y profesoras participarán desde la retaguardia en organizaciones como el AMA, el Socorro Rojo Internacional(SRI) y el Sindicato Internacional Anarquista(SIA), colaborando en tareas relacionadas con la escuela y el cuidado de la población civil, a la vez que ocupaban los puestos de trabajo abandonados por los varones.
Pero las y los docentes serán uno de los grupos más perseguido por los sublevados desde los primeros días de la ocupación como ocurrió en lugares como Castilla y León donde se había consolidado la Asociación de Trabajadores de la enseñanza de Asturias (ATEA), de tendencia comunista. Maestras como Sofía Polo, Isabel Rodríguez, Ubaldina García y la joven maestra de 19 años, Consuelo Rodríguez Baranda, fueron asesinadas en Palencia junto con otros maestros (García Colmenares, 2009). Si bien también hubo depuración en la zona republicana, las sanciones aplicadas no guardan relación ni en el número ni en el enseñamiento hacia las y los docentes de la zona sublevada (Morente, 1997).
Las maestras republicanas ejercerán un importante papel en la evacuación y asentamiento de la infancia en colonias escolares que se crearon a lo largo todo el Levante, principalmente en Valencia y Cataluña, por el Ministerio de Instrucción Publica. La psicóloga Regina Lago será responsable en 1937 de la organización pedagógica de las 159 colonias escolares con 12.027 criaturas y 406 de régimen familiar con 33. 121 bajo supervisión docente. A finales de ese año se trasladará a Paris como Delegada de la Infancia Evacuada donde permanecerá hasta el final de la guerra, ocupándose del cuidado y el asentamiento de las criaturas en países como Bélgica, Noruega, Méjico y Rusia, entre otros. No podemos olvidarnos de las maestras y auxiliares educativas que les acompañaron a los países de destino. Perdida la guerra, Regina Lago ayudará en la evacuación de la población civil desde Figueras, cruzando la frontera española el 7 de febrero de 1939. No volverá a España hasta el año 1963 (García Colmenares, 2010).
La reorganización de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza en el Exilio comenzará en Méjico y Regina Lago formará parte desde los primeros días de la Comisión Ejecutiva, siendo la responsable del Comité de Solidaridad y Ayuda a los profesionales de la enseñanza en España. Asimismo el AMA se reagrupará en el exilio a través de l Unión de Mujeres Españolas (UME), participando en diversas actividades para difundir la situación de la España franquista. Uno de los países donde la UME tuvo más desarrollo fue Méjico, encontrándose entre las más entusiastas a Trinidad Arroyo, Regina Lago, Emilia Elías, Veneranda García Manzano y Encarnación Fuyola (Domínguez Prats, 2009).
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